La recién intensificada carrera espacial entre Estados Unidos y la RPC se centra en puntos lagrangianos de importancia estratégica, zonas del espacio interplanetario donde las fuerzas gravitatorias se equilibran para crear órbitas estables para los satélites. Estas zonas, como L4 y L5, ofrecen oportunidades únicas para vigilar la Tierra y la Luna, lo que las convierte en objetivos prioritarios de exploración.

China ya ha demostrado sus ambiciones instalando el satélite de retransmisión Queqiao en L2 para proporcionar comunicaciones con la sonda Chang’e-4 que explora la cara posterior de la Luna. Estados Unidos, por su parte, tiene previsto utilizar L2 para albergar elementos de la estación lunar Gateway, que desempeña un papel importante en el programa Artemis.

Un reciente informe de la Cámara de Representantes de EEUU subraya la necesidad de aumentar la financiación de los programas de la NASA y el Pentágono para contrarrestar las crecientes capacidades de la RPC en el espacio. El control de los puntos de Lagrange podría ser determinante para la exploración del espacio profundo y el fortalecimiento de la influencia geopolítica en órbita.